Yo sí, y no os hablo de amor. Hace unos siete meses te presentaste ante todos. Me caíste bien. Poco a poco vi que eras buena persona, y, por primera vez, pude ver que detrás de un profesor el cual te viene a explicar el tema y a transmitir su sabiduría había una persona.
Cuando era pequeño pensaba que los profesores solo enseñabais, y que al final de clase no os pasaba nada, y esperabais al día siguiente. Pero tú me has enseñado que sois como cualquier otro. No vivís solo para nosotros, y no lo hacéis para molestarnos, os gusta, es una de vuestras "pequeñas grandes pasiones". Conectamos muy bien des de el primer momento, y, poco a poco, nos fuimos abriendo el uno al otro. Cuando me ves de bajón me dices: "¿Estás bien?, ¿Quieres hablar?", y lo hacemos. No se como, con tu experiencia y tus vivencias siempre consigues que me sienta apoyado, acompañado, comprendido, etc.
De algún modo o otro consigues todo eso, y tú, sin ningún tipo de obligación lo haces. Supongo que tendrás una filosofía parecida a la mía. Solo soy feliz cuando soy útil y consigo sacarle una sonrisa a otra persona y poderlo ayudar.
Hoy, tus palabras me han conmovido. Me he dado cuenta de lo grande que puedes ser. ¿Cómo tanta honradez puede caber en un simple cuerpo? Aún me falta mucho recorrido académico, y no tengo del todo claro que quiero hacer con mi vida, pero hoy, gracias a ti he decidido una cosa.
Tus palabras de hoy han sido: "Soy gilipollas, y todo lo que me pasa es por gilipollas". No te digo que no lo seas. Lo único que sé en este momento es que yo de mayor quiero ser gilipollas.